De Irak al cielo

Ha pasado un año desde que dejé de escribir en el blog. El impulso con el que empecé se vino abajo por diversas circunstancias, entre ellas fue el hecho de que no tuviera demasiadas ganas de indagar en mis sentimientos por entonces. Creo que un año después hay distancia suficiente como para ponerme a ello. O al menos eso es lo que pensaba hasta ayer, cuando me enteré de la muerte del soldado Aarón Vidal López en Irak. El corazón me dio un vuelco e incluso me sentí mareada, porque hace un año mi marido estaba justo allí, desempeñando las mismas labores. Y fui más o menos capaz de sentir el dolor de su familia. No quiero ni pensar en el momento en el que recibieran la fatídica llamada, ni tampoco el susto que se llevarían las familias de los heridos en el suceso (por ahora no quiero denominarlo accidente). Aarón, de 25 años, ha dado su vida por España. En un momento dado decidió que esa era su vocación y ha muerto por ello. Por entregados como él es por lo que sigo creyendo en la honestidad y en la lealtad. 
La misión en Irak toca de lleno a mi familia, ya que en el mes de julio del año pasado sufrimos la despedida durante 6 meses. Recuerdo perfectamente el día que se fue. Eso no se olvida. Decidí acompañarlo al aeropuerto para intentar estar más tiempo juntos. Hacía un calor insoportable (no había aire acondicionado), a lo que había que sumarle los nervios y las lágrimas de las familias, el llanto desesperado de los niños que pedían algo fresco sin saber exactamente por qué sus mamás o papás lloraban, y el desasosiego de los militares que estaban a punto de comenzar un periodo difícil en el que no iban a conocer ni un solo día de descanso. Y allí nos dimos el último abrazo hasta diciembre. Abrazo que no quieres que termine nunca, porque sabes que durante un tiempo no lo vas a poder repetir. Y justo después, cuando volví a casa 4 horas más tarde, fue cuando toda la enormidad de la situación se me vino encima. Me derrumbé como no lo había hecho las semanas ni los meses a anteriores. Pero a pesar del dramatismo, fue terapéutico. Me limpié las lágrimas y seguí con mis cosas, con mis rutinas. 
Por eso creo que he tardado tanto en retomar este blog. Si hubiera intentado escribir algo de esto el año pasado me hubiera sido harto difícil. Ahora soy capaz de hablar de ello con perspectiva y doy gracias a Dios porque todo acabara bien. Por eso esta entrada de hoy va dedicada al héroe Aarón Vidal López, fallecido cumpliendo su deber. Sé que es complicado, pero a su familia le digo algo que los militares repiten en sus actos y oraciones: la muerte no es final. Gracias Aarón, y gracias a tu familia por apoyarte en tu decisión. Otro héroe más llenando el cielo.


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