Buscando apoyo

 Una pregunta que suelen hacernos a los familiares de militares que se van meses fuera de casa es cómo lo hacemos. Es una pregunta muy general pero que encierra mucho en ella, y es que nosotros mismos nos preguntamos eso muchas veces. Después de 4 misiones, como experiencia puedo deciros que no siempre es igual. Vas aprendiendo. Y hay que tener en cuenta que no todas las veces afrontamos la separación de la misma forma, porque somos humanos y una misión puede llegar en un momento en el que nos encontremos peor. De hecho, podemos llegar a sufrir dolores físicos como consecuencia de lo que estamos viviendo. Recuerdo, por ejemplo, que en la primera misión (Afganistán 2008) estuve unos días con dolor de estómago. Era la primera vez que se iba y, además, no iba precisamente a repartir comida. No sabía qué iba a pasar y las posibilidades de hablar con él eran escasas. Mi cuerpo reaccionó así hasta que poco a poco me fui acostumbrando (dentro de lo que cabe).

Después, en cuestión de 6 años, llegaron 3 misiones más. Es ahí cuando te vas dando cuenta de que te habitúas y que, tal y como ya he comentado en este blog, los peores momentos son los previos a la partida. Las semanas anteriores en las que ves cómo se acerca la fecha marcada en rojo en el calendario. Ese tiempo pasa rápido y lento a la vez. Quieres que la misión empiece cuanto antes para poder llevar a cabo las rutinas del día a día que te permitan no pensar. 

Desde 2008 hasta 2015 pude vivir algunos cambios que, para mi, fueron esenciales para hacer algo más llevadero el trance, especialmente en la última. En 2012 (tercera misión en Afganistán) habíamos formado un grupo de mujeres de los compañeros de cuartel y, cuando llegó el momento, fuimos nuestro mejor apoyo. Esa relación fue creciendo hasta el punto de convertirnos esenciales las unas para las otras. Y añadiré que lo pasábamos en grande en las cenas de gala. Qué maravillosos recuerdos. 

Cuando llegó la última misión (hasta ahora) mi marido era jefe de compañía y ésta iba completa a Irak. Decidimos hacer un grupo de whatsapp para estar comunicadas durante los 6 meses (otro grupo distinto al general ya que no todos iban a la misión). En otra ocasión ya expliqué qué importante fue esto. Nos ayudamos a superar momentos malos porque hablábamos casi todos los días. Nos interesábamos por todas, preguntábamos qué tal el día, seguíamos con interés el embarazo de una de nuestras miembros, quedábamos algunos días para darnos ese abrazo necesario...El final de esta misión fue un poco más complicado para algunas de nosotras (yo incluida) por un problema con el regreso de los últimos. Me terminé convirtiendo en el medio de información para todas. Al ser la mujer del jefe de la compañía empezaron a llegarme mensajes y llamadas para preguntar cuándo volvían. Poco les podía decir yo, claro. Sólo podía calmarlas y decirles que estaban bien y que en cuanto supiera algo, avisaría. En algunos casos no nos habíamos visto nunca y nos conocimos en el aeropuerto esperando el aterrizaje del avión. Entonces
aprendí otra cosa importante: transmitir tranquilidad a los demás, aunque en tu fuero interno estés pasándolo fatal. En aquél instante fue el papel que yo desempeñé y creo que era lo que correspondía. Nadie me lo pidió, pero fue lo que se desarrolló de forma natural. Demandaban información y yo era la fuente más cercana y rápida. 

Por eso, si estás leyendo estas líneas y estás a punto de vivir una misión o si vas a cambiar de ciudad, aprovecha esta era de las comunicaciones y busca grupos de whatsapp. Y ni no existe aún, créalo tú. Se convertirá en tu apoyo durante ese tiempo. Hay también grupos de apoyo a familiares en redes sociales donde puedes preguntar dudas que puedas tener. Y no olvidéis que en este blog también podéis dejar mensajes o preguntas. Estoy a vuestra disposición.  

Y antes de terminar, quiero mandar un beso enorme al "grupazo". Nos ganamos el apelativo a pulso. 



Comentarios

Entradas populares